La guerra contra
las drogas y el narcotráfico es una herramienta esencial para tratar de mejorar
la salud pública a nivel mundial. Sin embargo, esta lucha ha sido pervertida
por Estados Unidos que la ha
utilizado como un pretexto para violar la soberanía de muchos países e intentar
imponer su dominación. La guerra contra las drogas fue invocada para legitimar
la invasión a panamá en 1989 y derrocar a Manuel Noriega y luego para justificar una presencia
constante en Afganistán (junto con
la guerra contra el terrorismo) en 2001, entre otros ejemplos. También ha sido
la excusa perfecta para justificar la ayuda millonaria de Washington al
Gobierno de Colombia, bajo el Plan Colombia, que realmente es una estrategia
para mantener una presencia militar y política en Sudamérica y para erradicar
los grupos guerrilleros en la región como las FARC.
La guerra
contra las drogas esta ejecutada principalmente por la Drug Enforcement Administration (DEA). El 8 de agosto del 2005, el Gobierno Venezolano decide romper la
colaboración con esta agencia que dedicaba la mayor parte de su tiempo no a la
lucha contra las drogas sino a actividades de espionaje y sabotaje en contra de
Venezuela.
A pesar de que las Naciones
Unidas habían certificado que Venezuela había tenido mayores éxitos en esta
lucha contra el narcotráfico, el director de política de control de drogas de
la Casa Blanca, John Walters, acuso múltiples
veces al presidente Chávez de ser un importante facilitador del tráfico de cocaína.
Esta acusación intenta vincular al presidente Chávez con el trafico de drogas
para justificar una acción militar en contra de Venezuela, tal cual ocurrió con
la operación justa causa en panamá. Además los estatutos de la organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
modificados durante el aniversario cincuentenario de ese pacto militar,
autorizan a las fuerzas de la OTAN a
participar en operaciones militares fuera de su zona
geográfica en el marco de la guerra mundial contra las drogas.
En el año
2008, los Estados Unidos reactivaron la Cuarta Flota de la Armada de los EEUU
después de un abandono de 48 años. Esta armada sin ningún rival en potencia
militar y nuclear tiene como objetivo luchar contra el terrorismo y actuar en
la guerra contra las drogas.
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