Enviado por Estrella Uribe
Parque Nacional Chorro del Indio/San Cristobal (archivo) |
El
domingo 23 de febrero nuestro amado Chorro el indio fue flanco de las
acciones criminales que sacuden la ciudad capital y entró en la lista de las
victimas del terror cometidas en los últimos días, horas antes de la convocatoria
del gran tranco385853nazo, hecha por los violentos. Los mismos que llamaron a incendiar a San
Cristóbal y a municipios vecinos, convirtieron en ceniza la bella e inmensa vegetación del pulmón principal patrimonio de los andinos, de
Venezuela y la vida misma, orgullo de los san cristobalenses, incluyéndolo en
uno de los tantos epicentros de odio y desprecio. La locura y crueldad dejaron allí
el sello que los distingue y los orgullece. Su
banal objetivo: exasperar los ánimos a los operadores de las barricadas y
cundir con mayor irracionalidad el pánico a una población atemorizada por vándalos que tienen sed de sangre y
destrucción.
El nefasto fanatismo
que reina en algunos coterráneos,
exacerbado por factores ajenos a nuestra realidad e idiosincrasia: los
contrabandistas y la más amplia gama de organizaciones delincuenciales que
operan en ambos lados de la frontera, aunado a las almas cargadas de barbarie
y vidas marcadas por la incomprensión y la posesividad,
la indigencia moral y las carencias psíquicas, volvió en infierno, por horas, lo
que dio caché y fomentó la autoestima a
los nacidos y residentes de estas santas y prodigiosas tierras. Pavoroso
resultado sin racional justificación.
Un pedazo de nuestro cielo lo convirtieron en
infierno, cuesta decirlo. Pero así es. Un infierno que duró más de siete horas, hizo
que las llamas gimieran junto a los árboles y arbustos de dolor, y los llantos
de impotencia de la naturaleza, aun viva, se oyeran a la distancia. Nuestro Cuerpo Bomberos, ente adscrito a la
Alcaldía, se le impidió actuar con
prontitud. Los obstáculos impuestos por los violentos evitaron su llegada al
sitio con la rapidez debida. Este acto criminal calculado y ejecutado con alta vileza y
maldad se suma a otros tantos. ¡Qué
barbaridad¡
El genocidio cometido
además de aniquilar de horrorosa manera
abundante especie vegetal, puso
en peligro la vida y los bienes de centenares de familias que viven a su
alrededor. No importó a las demenciales mentes
poner en peligro la vida de
hombres y mujeres, niños y adolescentes, de abuelos y abuelas. Su ira deambula sin límites y arrastra con todo lo que sea vida bonita.
Donde había frondosos árboles y una amplia
vegetación quedó un desierto con manto negro, y un pulmón herido y contaminado.
El fanatismo obtuso, más la ceguera que los invade los ha llevado a cometer acciones mortales,
contrarias a la protección de la vida y
la defensa de los derechos humanos.
El Parque Nacional Chorro el indio está de
luto. Es una dolorosa realidad. Su
pecado, habernos ofrecido incuantificable belleza y ser zona protectora de la
ciudad. ¿Qué dirán nuestros niños y niñas que vieron con asombro y pavor el
aniquilamiento brutal de esa naturaleza virgen e inocente? ¿Qué dirán las
generaciones futuras cuando lean en los registros de la historia el insólito
crimen cometido con saña por un minúsculo sector de la especie humana? ¡Con que
soberbia, algunos, hacen daño a lo que
es de todos!
La paz de verdad, y
no como un cuento de caminos, ha de triunfar. Los responsables de tan atroces
acciones habrán de ser castigados severamente por la ley. También la naturaleza
clama justicia. Si hablara ¿qué diría a los violentos y pirómanos?
ASOCIACION UNIDOS Y DEFENSORES DEL AMBIENTE
Publicado por Yadira Gonzalez /Comunicadora popular
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