Por estos días se desarrolla la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), un evento que tiene como antecedente previo las tensiones en torno a si Kristalina Gueorguieva, directora del FMI, debía seguir en el cargo.
“Escándalo”: Desde mediados de septiembre, tras un informe de auditoría del bufete de abogados WilmerHale, contratado por el BM, Gueorguieva ha estado en la palestra, acusada de presionar a los empleados del BM para mejorar la puntuación del clima de inversión en China cuando estuvo en la directiva de dicho organismo, entre 2017 y 2019.
Resultado: La auditoría y las conclusiones de WilmerHale, rechazadas por Gueorguieva al no estar de acuerdo con las interpretaciones del bufete, provocaron la suspensión de la revista Doing Business, una de las principales del BM. Justamente esta revista, que establece un ranking de inversión en los países, sería en la cual, en su edición de 2018, supuestamente se presionaría para mejorar la imagen de China.
Hechos: A partir de estas denuncias, el directorio ejecutivo del FMI, compuesto por 24 representantes de los 190 países miembros, decidió abrir una investigación a Gueorguieva para determinar si debía seguir al frente de la institución. El FMI trató el caso como un posible conflicto de intereses entre la directora y China, y decidió activar su Comité de Ética para proseguir con las indagaciones.
¿Qué está pasando?: El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en un artículo publicado en Project Syndicate, calificó la situación como un intento de golpe contra Gueorguieva, motivado por cómo la funcionaria ha abordado la crisis de deuda en Argentina, la política masiva de créditos durante la pandemia y el tema del cambio climático. El enfoque negociador y flexible de Gueorguieva, que contrasta con el enfoque de mano dura de una Christine Lagarde, muy seguramente ha impulsado este intento de apartarla del cargo.
Rivalidad histórica: En su artículo, Stiglitz advierte que, según sus propias fuentes en el organismo y luego de haber leído el informe de auditoría, Gueorguieva no habría influido de manera abierta para beneficiar al ranking de inversión de China. El economista estadounidense cree que estas tensiones, en realidad, se deben a una rivalidad histórica entre el FMI y el BM. David Malpass, jefe del BM, cargo que obtuvo gracias a Donald Trump, estaría bastante interesado en crearle un problema adicional a la administración Biden golpeando a Gueorguieva, con lo cual también elevaría el poder de la institución que dirige.
Juegos geopolíticos: El “escándalo” de Gueorguieva supuso tensiones y agrupamientos geopolíticos entre los principales bloques de poder. Mientras EE.UU. y Japón apostaban por su salida, otros países como China y Rusia, según indicó el Financial Times, apoyaban su continuidad en el cargo. La Unión Europea (UE) también movió sus piezas diplomáticas, respaldando a Gueorguieva y haciendo llegar este mensaje al directorio ejecutivo del FMI. El bloque europeo se movió en esta dirección, entre otras cosas, para mantener la jefatura del FMI como una “plaza europea”, ligada a la esfera de influencia de la UE, dado que, según una especie de repartición informal que lleva décadas, el FMI sería de ellos y el BM de EE.UU.
Por qué es importante: Hasta el momento de la elaboración de este reporte, Gueorguieva se mantendría al frente del FMI, al conocerse una decisión favorable del directorio ejecutivo para que siga en el cargo. Pese a esta decisión, todo indica que las presiones sobre la Gueorguieva crecerán, impulsándola a endurecer las condiciones de cobro de la deuda a Argentina y reforzar el bloqueo político contra la entrega de los Derechos Especiales de Giro que le corresponden a Venezuela. Por lo pronto, las disputas geopolíticas abiertas en torno a la dirección del FMI advierten que en Occidente las cosas van de mal en peor.
Caracas, 12/10/2021
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