Los dispositivos móviles se han convertido en una
herramienta indispensable para la comunicación, el ocio y el aprendizaje. Sin
embargo, su uso excesivo y descontrolado puede tener consecuencias negativas
para el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes.
Según diversas investigaciones, más de dos tercios de los
menores en todo el mundo pasan mucho tiempo delante de las pantallas de los
teléfonos y han dejado a un lado los juegos y las actividades físicas. Esto
puede afectar a su salud física, mental y emocional, así como a su proceso de
socialización.
La socialización es el proceso por el cual los individuos
aprenden e interiorizan las normas, valores y roles de la sociedad en la que
viven. Este proceso se inicia desde el nacimiento y se prolonga a lo largo de
la vida, pero es especialmente importante durante la infancia y la
adolescencia, que son etapas clave para la formación de la personalidad y la
identidad.
Los agentes de socialización son las personas, grupos e
instituciones que influyen en el aprendizaje social de los menores. Entre
ellos, destacan la familia, la escuela, los amigos y los medios de
comunicación. Estos agentes ofrecen modelos de conducta, transmiten
conocimientos, orientan actitudes y valores, y proporcionan apoyo y afecto.
Sin embargo, la irrupción de los móviles ha alterado el
equilibrio y la función de estos agentes de socialización. Los menores acceden
a una gran cantidad de información y contenidos digitales sin el filtro ni la
supervisión de los adultos. Esto puede dificultar el desarrollo de habilidades
sociales, emocionales y cognitivas necesarias para la vida adulta, como el
pensamiento crítico, la toma de decisiones, la empatía, la autoestima y la
identidad.
Además, el uso precoz de los móviles puede interferir en la
interacción y la comunicación con los demás, tanto en el ámbito familiar como
en el escolar y el de los amigos. Los menores pueden aislarse, perder el
interés por otras actividades, descuidar sus obligaciones y responsabilidades,
y tener problemas de convivencia y de adaptación social.
Por todo ello, los expertos recomiendan retrasar el momento
en que se le entrega un teléfono inteligente a un menor y acompañar el uso
responsable y consciente de la tecnología. Es importante establecer normas y
límites, fomentar el diálogo y la confianza, y promover el uso educativo y
creativo de los dispositivos móviles.
Así, los menores podrán aprovechar las ventajas y
oportunidades que ofrece la tecnología, sin renunciar a los beneficios de una
socialización adecuada y saludable.
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